En los capítulos anteriores
presentamos a los antecesores de Aquilino Amezua en el arte de la organería y nos
detuvimos en el año 1873. Juan Amezua y su familia se habían instalado en
Valencia. Aquilino contaba con 26 años de edad. Para entonces ya había
realizado su primer viaje al extranjero y se encontraba colaborando con su padre en Valencia
para dar un nuevo impulso al negocio familiar. Pero ¿dónde y con quién se formó
como organero antes de su regreso a España hacia 1871? Esta fecha es clave, ya
que nos permitirá desmentir teorías arraigadas sobre su formación y establecer
nuevas hipótesis que contribuirán a un mejor conocimiento de su biografía.
Dediquémonos brevemente a documentar la presencia de Aquilino Amezua en Yecla,
justo antes de su establecimiento en Valencia.
Gracias a los testimonios de
Luciano Cauqual Guibert, co-director de la empresa A. Amezua y Cía., y de Zenón Ortuño Azorín, organista de la iglesia
de la Purísima de Yecla, sabemos que Aquilino Amezua colaboró en la
construcción del órgano de la citada localidad, inaugurado, como ya se ha dicho
en el capítulo anterior, el 1 de noviembre de 1872. Según Luciano Cauqual,
Aquilino Amezua salió de Azpeitia acompañando a sus padres y a sus hermanos
José Hermenegildo y Mª Dolores. Asimismo, atendiendo a los comentarios de
Ortuño Azorín, sabemos que Aquilino permaneció en Yecla junto con su familia
cuando se construyó el órgano de la Purísima. En cuanto a este último punto,
los detalles ofrecidos por el organista yeclano no pueden ser más evidentes, al
referirse a las frecuentes disputas que tenían lugar entre Aquilino y su
familia por discrepancias políticas. A este respecto, Ortuño Azorín afirmaba que
Aquilino no parecía congeniar políticamente con sus padres y sus hermanos, ya
que éstos eran carlistas y el joven Aquilino no simpatizaba con sus ideas. Sin
embargo, este dato no es del todo correcto. Como veremos en siguientes
capítulos, Aquilino era también carlista, al igual que sus padres y hermanos.
Por supuesto que el origen de las disputas mencionadas por Ortuño Azorín eran
fruto de la situación política que se vivía en el país. Pero el motivo de sus
discrepancias fue otro muy distinto: el regreso de la familia a Azpeitia en
plena guerra civil.
Otro de los primeros trabajos pertenecientes al inicio de esta nueva etapa para la familia Amezua fue el órgano del Santuario de Monserrate de Orihuela (Alicante), instalado también en 1872. En este último, Aquilino plasmó su firma en una de las paredes que dan a la parte posterior del órgano, al igual que el lugar de su procedencia: Azpeitia. Esta misma localidad era la que figuraba en la placa identificativa del constructor del órgano de Yecla, tal y como recordaba Luciano Cauqual cuando la casa A. Amezua y Cía. reformó dicho instrumento en 1935. Vemos, por tanto, que entre 1870 y 1871 Aquilino Amezua ya estaba en España. Había regresado de su primer peregrinaje por el extranjero, para juntarse con su familia en Yecla. Sin embargo, no podemos pasar sin hacernos la siguiente pregunta: ¿acompañó el joven Aquilino a su familia a trasladarse desde Azpeitia, o se unió a ella una vez instalada en Yecla a su regreso de París? Y lo más importante de todo: ¿qué fue de él durante los años previos a su regreso a España?
Quizás la etapa más oscura y
confusa de la vida de Aquilino Amezua sea la de su formación como organero en
el extranjero. Según se desprende del folleto Órganos Eléctricos de la Exposición Universal de Barcelona, habría
que suponer que tras una primera formación junto a su padre y hermanos en
Azpeitia, a la edad de 16 años Aquilino abandonó la empresa familiar con la
idea de trabajar en Francia. Según el citado folleto, primeramente se
trasladaría a Burdeos, y poco después a París, donde esperaba ser acogido por
el organero más sobresaliente de su tiempo en Europa: Aristide Cavaillé-Coll[i]. Este hecho, tal y como se indica
en el folleto, tendría lugar en 1863, año particularmente interesante por dos
motivos: el primero de ellos, por la instalación del órgano de Santa María de
San Sebastián a cargo de Cavaillé-Coll; y el segundo, por el inicio del
despliegue propagandístico de los Amezua con objeto de contrarrestar la
competencia a la que se veían sometidos por la moderna organería francesa del
momento.
El órgano de Santa María de San
Sebastián, entregado el 20 de junio de 1863 e inaugurado por José Antonio
Santesteban, era el mayor de todos los construidos por Cavaillé-Coll para
España, y el quinto cronológicamente desde que en septiembre de 1854 instaló el
primero en Lekeito. Curiosamente, los trabajos de montaje del órgano de Santa
María de San Sebastián fueron dirigidos por el organero de origen alemán August
Gern, quien entonces ostentaba el cargo de capataz en los talleres de
Cavaillé-Coll[ii]. Los Amezua eran conscientes desde
un primer momento de que sus posibilidades se veían mermadas ante una avanzada
y esplendorosa organería francesa que rápidamente fue ganando sus adeptos en el
País Vasco, principalmente en Gipuzkoa. No podían quedar impasibles ante este
hecho. Así que el 29 de junio de 1863, coincidiendo con la instalación del
órgano de la iglesia de San Felipe y Santiago de Zaragoza, los Amezua
comenzaron a darse a conocer a través de los medios de comunicación, afirmando
que habían sido elevados «a una altura competible con la de los más eminentes
extranjeros que han sobresalido en esta industria», encontrándose en cada uno
de sus órganos «la más ingeniosa y singular invención»[iii]. Esta es una cuestión que quedaría
muy marcada en lo más hondo de Aquilino Amezua cuando en 1863 abandonó Azpeitia
en «su éxodo, sin saber siquiera qué rumbo tomar». Estaba claro que había que
hacer algo para cambiar la situación. Sin embargo, ¿cuál fue el itinerario
seguido por el joven muchacho en su peregrinaje europeo?
Teniendo en cuenta las noticias que
se ofrecen en el folleto Órganos
Eléctricos de la Exposición Universal de Barcelona, todos pensaríamos que
Aquilino Amezua se dirigió a París en 1863. Pero este dato se desvanece si
tenemos en cuenta que su supuesto ingreso en los talleres de Jean-Baptiste
Stoltz no tendría lugar hasta varios años después, tal y como se desprende de
una crónica publicada por el diario El
Correo, fechado el 24 de enero de 1903 con motivo de la inauguración del
órgano eléctrico de la catedral de Sevilla[iv], y recopilado por el mismo
Aquilino en su folleto La Catedral de
Sevilla y sus Órganos publicado en 1905. Lamentablemente, Amezua no fue
admitido por Aristide Cavaillé-Coll, por lo cual tuvo que buscar otra
alternativa, yéndose finalmente a trabajar con Jean-Baptiste Stoltz. En el
citado artículo publicado en El Correo
de enero de 1903, en lo relativo a su formación y a sus años transcurridos en
el extranjero, se decía que peregrinó «por los grandes centros de Europa, ávido
siempre de ampliar sus conocimientos técnicos y de sorprender alguna idea que
le ayudara a dar forma y realidad a los descubrimientos y mejoras en su arte
que su inquieto ingenio ya atisbaba»[v]. No obstante, salta a la vista que
las fechas ofrecidas en el citado diario no coinciden con las que deducimos del
folleto Órganos Eléctricos de la
Exposición Universal de Barcelona, puesto que se afirma claramente que no
sería hasta 1868 cuando «estudiaba en París los procedimientos de Stolz (sic)».
Así, nos encontramos con un período de cinco años en el que perdemos el rastro
de Aquilino Amezua. ¿Dónde estuvo entre 1863 y 1868?
En este sentido,
Rafael Puignau sugiere que cuando Aquilino tomó la decisión de centrar todos
sus esfuerzos en la organería «con preferencia sobre todos los estudios», justo
antes de que lo internaran en el colegio, se escapó a Cuba, ignorando por
completo «con qué medios lo hizo». Puignau supone que Amezua debió estar
durante algún tiempo en La Habana con algunos familiares o amigos, ya que por
aquella época residían allí varias familias de Azpeitia[vi]. Lo único cierto que
podemos aportar hasta la fecha, es que hacia finales de 1866 Aquilino no estaba
en Azpeitia, tal y como se desprende del diario La Esperanza, en su edición del sábado 15 de diciembre de 1866. El
texto no puede ser más explícito: «Aquilino Amezúa, vascongado ausente de su
patria —Laudate Mariam in timpano et
choro, laudate eam in chordis et organo...»[vii]. Si para entonces
Aquilino ya estaba en París, habría que suponer que pasó primero por la fábrica
de pianos de Blondel, antes de haber trabajado en los talleres de Stoltz, pues
si tenemos en cuenta la versión de El
Correo de 1903, el orden contrario hubiera
sido del todo imposible.
Partiendo de las
fuentes mencionadas, hemos construdo la siguiente hipótesis: que Aquilino
Amezua viajase a París después de haber regresado de La Habana, habiéndose
detenido previamente en Burdeos. En esta ciudad tenía sus talleres la firma
organera Wenner & Maille, establecida allí desde 1848. Sin embargo, no
existe constancia de que Aquilino trabajase para dicha empresa, a pesar de haber
permanecido, como se dice, en la ciudad. De cualquier modo, no parece que el
ambiente de Burdeos llamase demasiado la atención de Aquilino, por lo
cual terminaría por trasladarse a París hacia finales de 1866, y no antes,
donde entraría a trabajar en la fábrica de pianos de Alphonse Blondel después
de haber sido rechazado por Aristide Cavaillé-Coll. La descripción de este
hecho que se ofrece en el folleto Órganos
Eléctricos de la Exposición Universal de Barcelona es así de contundente:
«Tiene este fabricante no pequeña influencia
en la vida de D. Aquilino, no porque le protegiera, sino, todo lo contrario,
pues cual si presintiera que más tarde, y en ocasión solemne, había de
reconocer la superioridad del entonces niño, no quiso jamás admitirlo en su
casa, ni permitirle que inspeccionara sus órganos... Así, pues, el joven
Aquilino buscó afanoso trabajo en otras fábricas ya que el interés y buenos
oficios del Sr. Alcaine (sic), banquero vascongado establecido en París, no
habían conseguido que Cavaille-Coll le admitiera»[viii].
Cabe pensar que antes de su partida
a París, Aquilino Amezua fuera aconsejado por José Juan Santesteban.
Como ya hemos mencionado en el capítulo anterior, Santesteban era el
representante de Cavaillé-Coll en San Sebastián. Pero lo más curioso de todo es
que fuera el señor Alcain, el mismo mecenas que en 1844 ayudó al organista y
maestro de capilla donostiarra a costear su viaje, quien estuviera ayudando en
esta ocasión a Amezua en su afanoso intento de introducirse en los principales
talleres de organería de la capital francesa. Se trata del banquero oriundo de
San Sebastián pero establecido en París, Benito Alcain[ix], cónsul general de Guatemala[x] y fundador de la Société Alcain & Cie., que mantenía
también parte de sus negocios en Londres[xi]. Benito era hermano de José Mª
Xavier Alcain, y por lo tanto tío carnal de la señorita Herminia Alcain, quien
en 1844 contrajo matrimonio con el famoso compositor de origen alemán Jacques
Offenbach.
Pero volvamos a las andanzas de
Aquilino Amezua en París, y sus intentos de formarse con Aristide
Cavaillé-Coll. En algunas fuentes se ha llegado a afirmar que el maestro
francés se negaba a admitir dentro de su plantilla a familiares de organeros o
a operarios formados anteriormente en otro taller, pero que, a pesar de ello,
ocasionalmente hizo alguna excepción a esta regla. En este sentido, Françoise
Clastrier y Óscar Candendo, en su artículo Órganos
franceses en el País Vasco y Navarra (1855-1925), hacen alusión a las dos
condiciones que supuestamente impidieron trabajar a Amezua con Cavaillé-Coll,
exponiendo como caso excepcional a la regla el ingreso de Fernand Prince en la
casa[xii]. Sin embargo, este tipo de
argumentos no se ajustan del todo a la realidad, puesto que con anterioridad a
Prince, Cavaillé-Coll contrató en varias ocasiones a organeros que
se habían formado previamente en otros talleres. Además, algunos de ellos
procedían asimismo de familias vinculadas con el oficio. He aquí varios
ejemplos: Louis Stiehr, un Abbey, un Callinet[xiii], Alphonse Gigout, William George
Trice, Ernst Weigle, Edgar H. Jenkins, August Gern... Curiosamente, estos dos
últimos organeros trabajaron en San Sebastián en la instalación del órgano de
Santa María del Coro (1863), siendo Gern quien estuvo al cargo del montaje como
capataz. No obstante, aunque solo fuera un argumento disuasorio del maestro
francés, este hecho quedó marcado en lo más profundo de Aquilino Amezua, quien
en multitud de ocasiones mostró su resentimiento con ciertos tintes que rayaban
con el delirio y la paranoia. Por lo que se refiere a este episodio de la vida
de Amezua, Rafael Puignau es mucho más condescendiente y comprensivo hacia la
figura de Aristide Cavaillé-Coll, al suponer que éste rechazó a Aquilino
«posiblemente con la buena intención de que regresara al hogar paterno». Pero
por lo visto, «él [Amezua] no estaba dispuesto a ello»[xiv].
A pesar de las
contradicciones que nos encontramos a la hora de trazar el itinerario de
Aquilino Amezua a través de las fuentes a las que nos venimos refiriendo, deducimos
que tras la negativa de Cavaillé-Coll de admitir a Amezua, éste decidió seguir
probando suerte hasta que finalmente consiguió ingresar en la fábrica de
Jean-Baptiste Stoltz:
«Halló al fin satisfechos sus deseos, y
comenzó a trabajar en casa de Stolz (sic); donde estudió lo perteneciente al
ramo de construcción de tubos, enseñándole el conocido Zimmerman, notabilísimo
en esta especialidad, que acreditó a la casa Stolz (sic)»[xv].
El mismo Amezua
aseguraba también en su Vindicación de
los Amezua como artistas... conocer bien los talleres que existían por
aquel entonces en París, como los de su «amigo Stoltz», con quien había
«trabajado algún tiempo»[xvi], pero hasta la fecha
no se ha demostrado nada de su vinculación con el organero francés. Teniendo en
cuenta las afirmaciones del texto mencionado arriba, la relación de Aquilino
Amezua con la casa Stoltz sigue sin estar clara. Nuestra hipótesis es que,
ayudado quizás por una favorable recomendación de Stoltz, Amezua llegase a
trabajar con el fabricante de tubos Henri Zimmerman, quien suministraba la
tubería tanto a Stoltz[xvii] como a otros
organeros.
De cualquiera de las
maneras, según la versión ofrecida en el folleto Órganos Eléctricos de la Exposición Universal de Barcelona, la
permanencia de Aquilino Amezua en París llegaría a su fin después de su
supuesta estancia en los talleres de Stoltz. Considerando la versión más
difundida hasta la fecha, procedente asimismo del citado folleto Órganos Eléctricos de la Exposición
Universal de Barcelona, Amezua pasaría a trabajar en la fábrica de pianos
de Alphonse Blondel de París, tras lo cual se trasladaría finalmente a Londres,
donde conseguiría entrar en los talleres de August Gern. Otras fuentes, sin
embargo, describen un itinerario ligeramente diferente, afirmando claramente
que al abandonar los talleres de Stoltz, Amezua pasó a trabajar con Charles
Barker. Tal y como se indica en la reseña publicada en el diario El Correo de 1903, no sería hasta 1868
cuando Amezua estudió en París los procedimientos de Stoltz. Asimismo, se dice
que el organero vasco pasó «dos años más tarde a los talleres de Barquer (sic),
el famoso inventor de la neumática aplicada al órgano»[xviii]. Estamos ya en el
año 1870, y curiosamente el joven Aquilino, tras abandonar los talleres de
Stoltz —o de Zimmermann, mejor dicho—, mantuvo una actividad extremadamente
intensa. Como acabamos de describir, seguidamente trabajaría con Alphonse
Blondel y Charles Barker en París, y posteriormente en Londres con August Gern.
Pero además de todo esto, no debemos olvidar que nos encontramos precisamente
en el momento en el que Juan Amezua se trasladaba con su familia a Yecla para
la construcción del órgano de la Purísima (1870-1871), y en el que Aquilino
regresaba de París para colaborar con su padre en dicho proyecto. Resulta
sorprendente que Amezua pudiera realizar todo lo que acabamos de exponer en un
período tan breve de tiempo. Si la única fecha de referencia con la que
contamos es correcta (1868), ¿de qué otra manera podría encajar el itinerario
seguido por Aquilino Amezua durante sus años de aprendizaje en el extranjero?
Es obvio que si
queremos evitar la exclusión de alguna de las posibilidades que acabamos de
describir, será necesario alterar el orden de alguna de ellas, y, sobre todo,
analizar en profundidad la escasa información que poseemos hasta la fecha. Como
ya hemos advertido mas arriba, nuestra hipótesis es que, tras haber sido
rechazado por Cavaillé-Coll, Aquilino Amezua conseguió entrar a trabajar en la
fábrica de pianos de Blondel entre los años 1866 y 1868, y no después de su
supuesta estancia en los talleres de Stoltz. Su vinculación con esta firma
pierde validez por las razones expuestas anteriormente, por lo cual, en este
caso, quizás sería mucho más correcto hablar de su formación en los talleres
del fabricante de tubos Henri Zimmermann, donde Amezua permanecería durante
1868 y 1870. En lo sucesivo, según se desprende de la reseña publicada en El Correo de enero de 1903, Aquilino
Amezua sería admitido por Charles Barker en sus talleres ubicados en el nº 80 del
boulevard Montparnasse de París, tras lo cual, como muy tarde en enero de 1871, se
trasladaría a Inglaterra, donde se dice que «vivió luego en Londres con Garner (sic)»[xix]. Pero
paradójicamente nos encontramos con que la estancia de Aquilino Amezua en
Londres resulta del todo imposible, si tenemos en cuenta que dicho episodio
viene a coincidir precisamente con su regreso a España. ¿Existe alguna manera
de resolver semejante contradicción?
Después de todo, si
no queremos excluir ninguna de las afirmaciones llegadas hasta nosotros,
todavía cabe una posibilidad: que la vinculación de Amezua con August Gern
tuviera lugar a través de Zimmermann, durante los años en los que trabajó para
éste, y que posteriormente fuera admitido por Charles Barker. Esta sería la
única manera de seguir manteniendo la presumible relación del organero vasco
con los personajes a los que siempre se ha hecho alusión sistemática e
incuestionablemente desde 1890, tras la publicación del mencionado folleto Órganos Eléctricos de la Exposición Universal de Barcelona. En el
mismo se dice claramente que Amezua,
«no satisfecho con conocer el arte de la
organería en Francia, se propuso conocerlo también en otras naciones, para lo
cual se trasladó a las orillas del Támesis, y después..., consiguió al fin
entrar en la fábrica de Garn (sic). Estudió allí los órganos ingleses, y muy
especialmente la armonización, a las órdenes de Bubié al que ayudó, entre otras
muchas obras, a montar un hermoso órgano de salón»[xx].
Las probabilidades de
que el joven Aquilino pudiera haber conocido a August Gern antes de 1870 son
muy reducidas. Una de ellas es que fuera en 1863 en San Sebastián, cuando Gern
estuvo al cargo del montaje del órgano de Santa María, construido, como ya se
ha dicho, por Aristide Cavaillé-Coll. Otra posibilidad es que Aquilino
conociera a Gern u oyera hablar de él, una vez establecido éste en Londres,
durante el período en el que trabajó en París para Henri Zimmermann. Pero,
lamentablemente, la relación de Amezua con Gern todavía no ha sido demostrada,
y además es lógico pensar que entre 1870 y 1871 el lugar menos indicado para
conocer y familiarizarse con los órganos ingleses fuera precisamente el taller
de Gern. ¿Por qué?
August Gern, organero
de origen alemán, fue capataz del célebre organero francés Aristide
Cavaillé-Coll, para quien trabajó entre 1860 y 1866, año en que fue enviado a
Londres, donde decidió quedarse y reemprender su vida en dicha capital. En
estas circunstancias, Gern estableció su propio negocio, y comenzó a ofrecer
sus servicios a «la aristocracia, al clero y a la pequeña nobleza». Construyó
muchos órganos para iglesias, así como también para mansiones y residencias
privadas, entre los que se incluyen dos para la residencia de la familia
Douglas. Sus primeros instrumentos (1868-1879) presentaban una estética
derivada directamente del estilo francés en cuanto a construcción y a timbres
se refiere, además de su armonización, definida igualmente dentro del estilo
más propio de Cavaillé-Coll.
En 1866, año en el
que Aquilino Amezua se encontraba ya en París, August Gern fue enviado a
Londres por Cavaillé-Coll para montar el órgano de la Carmelite Church de
Kensington. Recién llegado Gern a Londres, estableció su taller en la Orleans
House, ubicada en el nº 2 de la calle Holland de Kengsinton; de donde, poco
después, se trasladaría al Queens Building, sita en la callle Pancrass Street,
Totenham Court Road. Su primer órgano construido en Inglaterra fue el de la
iglesia londinense de Notre Dame de France[xxi], ubicada en
Leicester Square, bendecido e inaugurado en 29 de octubre de 1868[xxii]. Todo el material
fue llevado de París, y para la los trabajos de armonización fueron contratados
Charles Lemaire y C. Zimmermann. La tubería procedía de los talleres de Henri
Zimmermann. No obstante, a partir de 1872 Gern se estableció en el nº 3 de
Boundary Road, Notting Hill, donde a partir de aquel momento comenzó a fundir
el metal y a construir su propia tubería. Hasta entonces, su principal
proveedor fue Henri Zimmermann.
Tal y como se desprende del texto
procedente del folleto Órganos Eléctricos
de la Exposición Universal de Barcelona mencionado más arriba, Amezua ayudó
a montar un hermoso órgano de salón construido por Gern, bajo las órdenes de Bubié,
con quien estudió «muy especialmente la armonización». Quizás podría tratarse
del órgano alojado en su día en Tockington Manor, cerca de Bristol, que a
comienzos de 1870 fue reconstruido por August Gern como órgano de salón,
aprovechando una caja del siglo XVIII atribuida a Richard Seede. Dicho
órgano fue vendido en 1948 a la iglesia de St. Catherine de Nottingham,
después de haber perdido su instrumento en un incendio. Al cerrarse esta
iglesia en 2003, el órgano fue trasladado a la iglesia de St. Peter & St.
Paul de Shelford, Nottingham[xxiii]. Muy seguramente, el
órgano contenía una considerable cantidad de tubería construida en los talleres
de Henri Zimmermann de París, puesto que Gern, como venimos diciendo, no
comenzó a construir su propia tubería hasta 1872. Sin embargo, seguimos
desconociendo quién era ese tal Bubié que supuestamente estaba al cargo de los
trabajos de armonización en los talleres de Gern. ¿No sería más bien un operario
enviado por Zimmermann, al igual que en el caso de Charles Lemaire? ¿No sería
más lógico pensar que Amezua acompañase a Bubié a Inglaterra mientras trabajaba
en París para Zimmermann? A tenor de las fechas que poseemos por el momento, lo
más probable es que fuera así. De lo contrario la estancia de Amezua en Londres
con Gern sería absolutamente imposible.
Con lo descrito hasta aquí, es
evidente que la posibilidad de que Amezua fuera a trabajar a Londres con Gern
es la más improbable de todas ellas. De esta manera, gana fuerza el hecho de
que tras abandonar los talleres de Zimmermann fuera admitido por el británico
Charles Barker. Sin embargo, la permanencia en los talleres de este último tuvo
que ser muy corta, debido al estallido de la Gerra Franco-Prusiana. Este conflicto tuvo lugar
entre julio de 1870 y mayo de 1871. Bismarck rodeó París con la artillería. Fue
un verdadero asedio. Durante cuatro meses la artillería bombardeó la ciudad (19
de septiembre de 1870 y 28 de enero de 1871), que culminó con la entrada
triunfal de los prusianos. Durante el sitio de París, en enero de 1871, el
taller de Barker fue destruido, y a los 64 años de edad abandonó Francia para
no volver nunca más. En este contexto político y de inestabilidad social, la
construcción de órganos disminuyó bruscamente. Dada la escasez de pedidos, las
dificultades económicas de los organeros fueron cada vez más crecientes, e
incluso el mismo Cavaillé-Coll, cuyos proyectos estuvieron subvencionados
fundamentalmente por el Gobierno Imperial, tuvo que hacer frente a una dura
crisis financiera, a pesar de que su taller no sufriera percance alguno en la
contienda. Durante toda esta década se construyeron muy pocos órganos en
Francia. A partir de 1871 Barker permaneció durante algún tiempo en Irlanda,
donde trató de formar a su alrededor un equipo de organeros y trabajadores
competentes con los que afrontar sus compromisos. A pesar de nuestras
pesquisas, las noticias sobre sus trabajos en las catedrales de Cork y Dublín
son muy escasas. De todas formas, es poco probable que Amezua acompañase a
Barker al abandonar París. Durante los años sucesivos, el organero vasco
permanecería junto a su familia en el Levante español, donde a partir de 1873
establecerían su taller en la ciudad de Valencia.
No cabe duda de que el estudio de estos años de peregrinación puede resultar todavía más complicado si incluimos ese otro segundo viaje que realizó Aquilino Amezua por Europa en que, después de su supuesta estancia en Inglaterra visitó algunos talleres en Bélgica, Suiza y Alemania. Según Rafael Puignau, también «después de algún tiempo marchó a Rusia», desconociendo si fue «con motivo de algún montaje o por su iniciativa para trabajar en alguna casa de allá». Al parecer, en esta segunda ocasión Amezua volvió a Alemania, donde también estuvo durante «algún tiempo en alguna casa». Pero, tal y como nos relata el organero catalán, «no debió convencerle la construcción alemana, entonces en pleno auge tubular, por cuanto no fue muy partidario de ella»[xxiv]. Posteriormente, Aquilino debió retornar nuevamente a París, siendo entonces, según sugiere Puignau, «admitido en los talleres de Cavaillé-Coll». Asimismo, Puignau afirma que en esta segunda estancia en París, Amezua «contrajo matrimonio con una francesa, con la que se fue a vivir, y con su madre política»[xxv]. Efectivamente, su esposa fue la francesa Mª Teresa Luisa Planchón, pero, según la versión de Luciano Cauqual, es totalmente falso que la pareja regresara a Valencia después de haber contraído matrimonio, tal y como explica Puignau. No obstante, para llegar a este episodio habrá que esperar a la década de 1880. Hasta entonces Aquilino permanecería en Valencia, donde rápidamente tomaría las riendas del negocio familiar.
(continuará...)
J. Sergio del Campo Olaso
Todos los derechos reservados. © Copyright 2012
[i] NOEMIS [Simeón Muguerza]. Órganos Eléctricos de la Exposición Universal de Barcelona, Barcelona:
Imprenta de Pedro Ortega, 1890; p. 29.
[ii] Agradezco
la aportación de este dato a Paul Joslin, que ha estudiado la figura de August
Gern, y con quien tuve la oportunidad de charlar durante mi estancia en
Inglaterra.
[iii]
La Esperanza.
Periódico Monárquico.
Madrid. Año XIX - nº 5742, lunes 29 de junio de 1863; pp. 2-3.
[iv]
AMEZUA, Aquilino. La Catedral de
Sevilla y sus Órganos. Imprenta y Librería de L. Lancis. San Sebastián,
1905; p. 37.
[v] Ibídem.
[vi] PUIGNAU, Rafael. «Órganos y Organeros españoles». En: Tesoro Sacro Musical. Año XLIV - nº 6, noviembre-diciembre, Madrid
1962; p. 126.
[vii]
La Esperanza.
Periódico Monárquico.
Madrid. Año XXIII - nº 6812, sábado 15 de diciembre de 1866; p. 6.
[viii]
NOEMIS [Simeón Muguerza]. Op. Cit.; pp.
29-30.
[ix]
LARRINAGA RODRÍGUEZ, Carlos. «Los
comerciantes banqueros y la industrialización guipuzcoana a mediados del siglo
XIX». En: Historia Contemporánea, nº
27. Bilbao, Universidad del País Vasco, 1988; p. 851.
[x]
Annuaire
Diplomatique de L'Empire Français pour l'année 1866 (Corps Diplomatique
et Consulats Étrangers). Paris: Veuve Berger-Levrault et Fils, 31 Mars 1866; p.
68.
[xi]
The
London Gazette. London. May 9, 1873; p. 2366.
[xii]
CLASTRIER, Françoise y CANDENDO, Óscar.
«Órganos franceses en el País Vasco y Navarra (1855-1925)». En: Cuadernos de Sección. Música 7, Donostia-San
Sebastián, Eusko Ikaskuntza / Sociedad de Estudios Vascos, 1994; p. 203. Para
más detalle sobre las solicitudes de Prince y la forma en que fue contratado
finalmente por Cavaillé-Coll, véase asimismo el citado artículo, p. 190.
También Esteban Elizondo hace alusión a este tema en su tesis doctoral, aunque
sus afirmaciones proceden fundamentalmente del citado artículo.
[xiii]
Agradezco a Françoise
Clastrier la aportación de estos tres primeros nombres que engrosan la lista de
organeros que trabajaron para Cavaillé-Coll y que se formaron previamente en
otros talleres.
[xiv] PUIGNAU, Rafael. Op. Cit.; p. 126.
[xv]
NOEMIS [Simeón Muguerza]. Órganos Eléctricos
de la Exposición Universal de Barcelona, Barcelona: Imprenta de Pedro
Ortega, 1890; p. 30.
[xvi]
AMEZUA, Aquilino. Vindicación de los
Amezua como artistas contra las acusaciones de un mal organista, Barcelona:
Imprenta de Pedro Ortega, 1889; p. 17.
[xvii]
Françoise Clastrier y
Óscar Candendo opinan que quizás Amezua había trabajado en el taller de
Zimmermann y pretendiera hacer ver que había trabajado con los Stoltz por ser
éstos más conocidos en el extranjero. CLASTRIER,
Françoise y CANDENDO, Óscar. Op. Cit.; p. 202. Puede corroborar esta
hipótesis el hecho de que Amezua no aparezca mencionado en el libro de REBY, Anne-Marie. L´orgue Soltz, historique et esthetique, París, «Aux amateurs de
livres», 1987.
[xviii] AMEZUA,
Aquilino. Op. Cit.; p. 37.
[xix] Ibídem.
[xx]
NOEMIS [Simeón Muguerza]. Op. Cit.; p.
30.
[xxi]
CLARK, Barrie. «Aristide
Cavaillé-Coll. His influence on British organ design». En: BIOS day conference report. Saturday 3 July 1999:
http://www.npor.org.uk/Reporter/jan20/b120.htm.
http://www.npor.org.uk/Reporter/jan20/b120.htm.
[xxii] The
Musical Standard. London. nº 223
- Vol. IX, Saturday, November 7, 1868; p. 180.
[xxiii]
Para más información véase Southwell & Nottingham Church History Project.
En: http://southwellchurches.nottingham.ac.uk/nottingham-st-catharine/hintro.php.
[xxiv]
A pesar del comentario
de Rafael Puignau, sabemos que Aquilino Amezua también construyó varios órganos
de transmisiones enteramente tubular-neumática, como por ejemplo el del Sagrado
Corazón de Jesús de Barcelona (1892) o el del santuario de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (1894), en
Colombia. Asimismo la utilización de la transmisión tubular-neumática fue bastante notable en los órganos de Santa María de Durango y de San Vicente Mártir de Bilbao, instalados ambos en 1894.
No obstante, la transmisión neumática fue empleada con bastante
frecuencia por Amezua tanto para la transmisión de registros como para la
colocación de los registros más graves de 16 pies sobre secretos auxiliares, con
la posibilidad de que pudieran desdoblarse tanto en los teclados manuales como
en el de Pedal.
[xxv] PUIGNAU,
Rafael. Op. Cit.; pp. 126-127.
Enhorabuena otra vez, Sergio, por tus aportaciones, sorprendentes. Creo que marcarán un antes y un después en el conocimiento de la biografía de Aquilino Amezua. Resulta extraordinaria la cantidad de datos que hilvanas para ir aportando argumentos que van dando una visión más exacta de este organero.
ResponderEliminarAl leer la última nota, sobre los órganos neumáticos de Amezua, hay un detalle que no concuerda con los datos que tengo, quizá porque he interpretado mal algún dato. Dices que el órgano de S. Vicente de Abando era neumático tubular, cosa que algún artículo de periódico de la época parece corroborar. Pero en el folleto "Breve memoria sobre los órganos de iglesia..." de B. Íñiguez, se describe un gran órgano de Amezua y, aunque en ningún momento resulta totalmente explícito cuál es, por el contexto de lo que habla, creo que debemos suponer que habla de S. Vicente de Abando: un gran órgano de 3 teclados, con piano-harpa. Íñiguez habla efectivamente del sistema tubular, pero aplicado a los registros, e incluso menciona, aunque no es muy concreto, lo que debería ser la máquina Barker en el primer cuerpo del órgano, junto con los fuelles. ¿He interpretado mal?¿Tienes noticias más concretas de este órgano?
Por otra parte, tuve la oportunidad de ver, gracias a un espléndido reportaje fotográfico que me mandó un amante del órgano colombiano, la neumática del órgano de Chiquinquirá (que se conserva en aparente buen estado), que es muy sencilla, pues todos los acoplamientos se realizan de manera mecánica en la consola, saliendo de la misma los tubulares directos hacia los secretos, de válvula única.
Saludos, enhorabuena otra vez y gracias por compartir y publicar tus estudios:
J.L. Sáiz
Hola Juan Luis,
EliminarAgradezco tus comentarios, particularmente el referente a la nota nº 24, en el que hago una observación sobre la aplicación de las transmisiones neumáticas por parte de Amezua.
Volviendo a leer detenidamente y con más atención, es muy posible que en los órganos de Santa María de Durango y de San Vicente de Bilbao, la utilización de la neumática fuera parcial. En el primer caso se dice que «se distingue por la aplicación del sistema tubular en los registros y pedales para la transmisión», por lo cual cabe la posibilidad de que las transmisiones de notas de los teclados manuales fueran mecánicas. En el segundo caso se dice que «el sistema tubular en este órgano, perfeccionado por la casa del Sr. Amezua, se presta a grandes combinaciones, y ofrece grandes facilidades para el manejo de los registros generales, unidos por medio de la máquina neumática». Esta última descripción es algo más confusa, puesto que primeramente parece referirse a la transmisión de registros. Sin embargo, cuando se hace mención a la máquina neumática, no se termina de especificar con precisión si se trata realmente de una máquina Barker. De todas maneras, hasta no resolver algunas dudas, modificaré la nota, para decir que en estos dos casos la aplicación de la neumática por parte de Aquilino Amezua fue mayor de lo habitual. Por el momento es más correcto así.
Saludos, y muchas gracias de nuevo.
Buenos días: Simplemente felicitar al autor por sus esfuerzos en clarificar algunos aspectos de la vida de nuestro genial organero español, Aquilino Amezua.
ResponderEliminarAsimismo, mostrar mi disentimiento con el Sr. Juan Luis Sáiz. El antes y el después ya fue marcado en su día por D. Esteban Elizondo Iriarte con la publicación de su tesis doctoral, "La Orgenaría Romántica en el País Vasco y Navarra (1856-1940)". Sin lugar a dudas, mucha de la información mostrada en este Blog ha sido tratada previamente por Elizondo, a quien se puede considerar en toda regla como la autoridad en este tema.
Saludos cordiales,
V. Baronovski Sigüenza
Antes que nada, mi mayor admiración al trabajo del Dr. Elizondo. Es justo subrayar su esfuerzo. De todos modos, esto también es verdad, reconozco que el autor de este blog ofrece información inédita que, sin duda, es clave para el conocimiento de la biografía de nuestro insigne organero. En esto coincido con el Sr. J. L. Saiz. De toda la serie publicada me llama la atención especialmente que clarifica y también derrumba ideas que habíamos asumido casi como por ciencia infusa. En fin, le diría al autor que adelante. Seguro que, visto lo visto, nos deparará más sorpresas.
ResponderEliminarZorionak Sergio, nunca es tarde si la dicha es buena.Tus dudas y aclaraciones me sirven para ir encajando el puzzle.Eternamente agradecido.
ResponderEliminarEnhorabuena, Sergio! ¡Hay que ver lo que da de sí la historia de nuestro amigo Aquilino! Poco a poco vas rellenando lagunas de manera rigurosa y rompiendo viejos tópicos. ¡Gracias por tu trabajo!
ResponderEliminarNo quería generar ninguna clase de polémica con mis palabras, evidentemente todos los que, de mayor o menor manera, tratamos de contribuir a un mayor conocimiento del órgano romántico en España estamos en deuda con la obra de D. Esteban Elizondo, que naturalmente es la de referencia. Todo saber se construye desde lo ya hecho, evidentemente. Pero creo -y sin ánimo de ser polémico- que de la misma manera que el Sr. Elizondo marcó un antes y un después en el estudio de la organería romántica del País Vasco y Navarra con sus tesis doctoral, Sergio del Campo ahora marca otro nuevo antes y después, esta vez en la biografía y obra de Amezua, al aclarar -o al menos intentarlo añadiendo interesantísimos datos- episodios de su vida y su obra.-J.L. Sáiz
ResponderEliminarNo quería generar polémica con mis palabras. Evidentemente, la tesis doctoral de D. Esteban Elizondo es de referencia para el estudio de la organería romántica vasconavarra y también, por extensión, de la española en general. Evidentemente, el Sr. Elizondo marcó un antes y un después. Pero también creo que Sergio del Campo, a través de sus escritos de este blog, que como es natural, tienen entre sus referencias la obra del Sr. Elizondo (no hay más que ver cómo aparece citada con frecuencia), marca un nuevo "antes y después", pues creo que da un nuevo avance y aclara no pocos episodios de la vida de Amezua que hasta ahora eran mucho más oscuros. J.L. Sáiz.
ResponderEliminarMi más sincera enhorabuena al autor por esta nueva visión que nos ofrece sobre el más genial de nuestros organeros de los siglos XIX y XX. La rigurosidad y la profundidad con la que trata el tema son tan evidentes, que no necesitan más justificación para ser merecedor del mayor de los elogios. Algunos de ellos ya han sido mostrados a través de los comentarios de este blog, a los cuales quiero adherirme. Otros han sido manifestados también públicamente en alguno de los diarios de nuestra provincia. Este es el caso de José Ignacio Egaña Alberdi, buen conocedor de la biografía de Aquilino Amezua Jáuregui y sus logros como organero. Aquí les dejo el enlace correspondiente al diario Noticias de Gipuzkoa del pasado martes 8 de mayo, en el que se corrobora el reconocimiento a los episodios aquí tratados:
ResponderEliminarhttp://www.noticiasdegipuzkoa.com/2012/05/08/ocio-y-cultura/centenario-de-amezua
Ánimo y adelante con sus investigaciones. M. Sagardia.
Sigo atentamente este blog. Gracias, Sergio, por compartir tus investigaciones y tu conocimiento. Es admirable. Itziar
ResponderEliminarHola Sergio: Te escribo desde Pasai San Pedro. El objetivo que perseguimos es conocer datos sobre Aquilino Amezua el tiempo que estuvo entre nosotros (1899-1908). En tus diferente capítulos,me quedo en Barcelona y es precisamente el paso siguiente su venida a nuestro pueblo (Pasai San Pedro) de lo que no encontramos ninguna referencia. Nos gustaría que nos informases, (si lo estimas conveniente) de esta etapa. ¿Cuanto tiempo estuvo?, ¿los órganos que construyo? ¿el órgano de Sevilla? ¿donde estuvo situado concretamente? ¿existe alguna foto del lugar?...Perdona nuestra osadía pero son muchas las ganas que tenemos de saber de este pasaje de nuestra historia. Felicitaciones por tu trabajo.
ResponderEliminarJosé Ignacio
Hola José Ignacio: muchas gracias por visitar este blog, por tus elogiosas palabras, y —sobre todo— por tu interés e inquietud en conocer la actividad de Aquilino Amezua en vuestra localidad de Pasajes de San Pedro. La información sobre este tema no es que sea precisamente muy abundante. No obstante, trataré de exponerte lo más clara y ordenadamente todo lo que conozco hasta la fecha.
EliminarDurante el verano de 1881 Aquilino Amezua estaba residiendo en Barcelona. Tanto su vivienda como sus talleres estuvieron en Paseo de Gracia nº 40. A partir de 1891, después de haber fallecido su esposa Mª Teresa Luisa Planchón en Barcelona, y sus padres en Valencia, hacia finales de 1894, Aquilino decidió fijar su residencia en Azpeitia, donde colaboró con su hermano José Hermenegildo —como por ejemplo en el caso de los órganos de Oñate (1897) y Amorebieta (1898)—. Sin embargo, Aquilino permaneció vinculado a Barcelona, donde los talleres de Paseo de Gracia nº 40 fueron regentados por su discípulo Lope Alberdi. Entre 1895 y 1899, coincidiendo con esta etapa en la que Amezua se estableció en el País Vasco, la razón social como constructor de órganos y pianos en Barcelona ya no era la mencionada de Paseo de Gracia, pues figuraba en Paseo San Juan nº 123. Para el 10 de enero de 1899 Amezua parece encontrarse en Pasajes de San Pedro, donde terminaba de redactar el proyecto para la reconstrucción de los monumentales órganos de la catedral de Sevilla. Precisamente en octubre de aquel mismo año, cuando se daba comienzo a la construcción del órgano del Evangelio de la catedral hispalense, se inauguraba el órgano de la iglesia del Sagrado Corazón de Bilbao. Posiblemente este último es el primer órgano que salió de los talleres de Pasajes —al menos es el primero del que tenemos noticia hasta la fecha—. En lo sucesivo, Aquilino Amezua ya no volvería a figurar en las listas de constructores establecidos en Barcelona; es el momento en el que se desvinculó definitivamente de la Ciudad Condal y su actividad se desarrollaría por completo en Gipuzkoa, entre Azpeitia y Pasajes de San Pedro.
El establecimiento de Aquilino Amezua en Pasajes es muy posible que estuviera justificado —entre otros motivos— por evitar la competencia directa con su hermano Juan Prudencio, quien también estaba instalado como organero en Azpeitia. Asimismo, vino a coincidir poco más o menos con la emancipación de Lope Alberdi, que tuvo lugar a finales de 1897. Curiosamente durante este mismo año, unos meses antes, estableció su residencia en Azpeitia, junto con su familia, el organero catalán Francisco Aagonés, hombre de confianza con quien contaría Amezua para organizar los talleres en dicha localidad. Aragonés participó activamente en el diseño del órgano del Evangelio de la catedral de Sevilla, encargándose de la confección de los planos y la dirección de su construcción. Su vuelta a Barcelona en 1902 vino a coincidir aproximadamente con el establecimiento de la razón social de Aquilino Amezua en Pasajes. Entre este año y 1905, los talleres de Azpeitia quedaron a nombre de José Hermenegildo como único representante. Francisco Aragonés residió en Azpeitia, pero el órgano de la catedral de Sevilla fue montado en los talleres de Pasajes. Por ahora no es posible hacer una valoración sobre el número de órganos que salieron allí, puesto que es muy posible que una buena parte de sus componentes fueran elaborados en Azpeitia. En este sentido es interesante una gacetilla publicada en julio de 1903 en la que se dice que se habían inaugurado en el «pueblo de Pasajes dos magníficos órganos construidos en Azpeitia por el hábil constructor señor Amezua». ¿Cuál fue el destino de estos dos instrumentos? Lo que sí está claro es que la actividad organera emprendida por Amezua fue compartida entre ambas localidades.
Todavía en 1899 la razón social de Aquilino estaba en Azpeitia, donde seguía colaborando con su hermano José Hermenegildo, pero entre 1901 y 1902 su razón social pasó a figurar en Pasajes. Desde entonces José Hermenegildo continuó trabajando por su cuenta en Azpeitia hasta 1905, año de su fallecimiento. Fue entonces cuando Aquilino compró los locales a su hermana Mª Dolores. A partir de entonces la actividad organera en Azpeitia tomó un nuevo impulso, pero Amezua mantuvo asimismo los talleres de Pasajes, donde es obvio que en fechas posteriores a 1905 también se mantuvo la actividad, tal y como lo demuestra la visita de la familia real en agosto de 1906; e incluso varios años después, tal y como se deduce de los folletos publicitarios que la sociedad «Aquilino Amezua y Cía.» editó en 1913, en los que se hacía constar sus sedes de Azpeitia, Pasajes y San Sebastián. De cualquiera de las maneras, el período comprendido entre 1901 y 1905 fue posiblemente el más importante en cuanto a la fabricación de órganos se refiere en Pasajes. De allí salieron un buen número de instrumentos, entre los cuales habría que destacar los siguientes: catedral de Sevilla, lado del Evangelio, inaugurado en febrero de 1901; iglesia de San Marcos de Madrid, inaugurado en febrero de 1902; iglesia de la Purísima Concepción de Salamanca, inaugurado en junio de 1902; catedral de Sevilla, Órgano Concertante colocado en el lado de la Epístola, inaugurado en enero de 1903; catedral de Valladolid, inaugurado en junio de 1904, etc.
EliminarEn cuanto a la ubicación de los talleres de Amezua en Pasajes de San Pedro, la información existente hasta la fecha es confusa y contradictoria. Desde Pasajes, quienes han estudiado el tema, apuntan a que los locales ocuparon los bajos de una casa que perteneció a algún miembro de la familia Gassís. En diciembre de 1901, con ocasión de la presentación en los talleres de Pasajes del órgano destinado a la parroquia de San Marcos de Madrid, se decía que Amezua tenía montado el órgano «en una hermosa casa de su propiedad, construida ad hoc, y que revela en todos sus detalles que posee su propietario alma y un carácter de verdadero artista y un temperamento original y poético, apasionado de la belleza». Los locales debían ser bastante amplios, puesto que en el momento de la presentación del mencionado órgano de San Marcos de Madrid, además de éste, había otros tres órganos más, uno terminado y otros dos en fase de construcción. Uno de estos que se estaba construyendo era el «segundo gran órgano eléctrico para la catedral de Sevilla». Sin embargo, en agosto de 1906, con ocasión de la visita de la familia real a «la fábrica de órganos de Amezua» —donde tuvieron la oportunidad de escuchar tres órganos a la vez—, se señalaba que «la señora Escoriaza, dueña de la fábrica de órganos obsequió a la reina...». A partir de este dato, habría que pensar que la citada señora Escoriaza era María Machinbarrena Irure, esposa del comandante de marina de Gipuzkoa, el capitán de fragata Joaquín Escoriaza Aurrecoechea —quien curiosamente falleció en 1912, el mismo año en que lo hizo Aquilino Amezua—. Si se tiene en cuenta el entorno socio-político en que se desarrolló esta visita, es de suponer que Joaquín Escoriaza fue la persona influyente que le hizo entrar a Amezua en contacto con la aristocracia y la misma familia real.
De momento es todo lo que puedo contar. Sobre esto y algo más que pueda ir apareciendo, trataré de profundizar en el capítulo que corresponda. Si para entonces por tu parte has conseguido obtener alguna información más, háznosla llegar. Será un placer incluirla en este blog.
Saludos
Cordial saludo. Me interesa información sobre el órgano Amezúa de la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, en Colombia. Gracias
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